Es poco probable, que una persona desatienda y se desentienda, sin participar en consonancia en una situación concreta y, así, aprehenda. Es poco probable.
¿Qué lugar ocupa la atención (de los/as aprendices) en los procesos de aprendizaje, si es que ocupa alguno? ¿Cómo se estructuran estos procesos para conseguirlo?
Lo que conecta el aprendizaje (proceso, actividades y/o contenido) con la persona y lo que conecta a la persona con dicho aprendizaje forman parte de la estrategia para el logro de resultados. Y como piezas indispensables, se trata por tanto de adecuar el enfoque metodológico y de contextualizar una realidad, de integrar y “empastar” todo ello, para alcanzar la reciprocidad de ambos, aprendizaje y persona.
De esta manera, la atención se puede convertir en un elemento nutrido, para ver, comprender, interpretar, interesarse, aplicar, reflexionar, etc. y así aprehender.
La plena atención frente al hecho del aprendizaje, al presente que está sucediendo, eliminado “todos los ruidos” (tecnológicos y “mentales”) facilita la asimilación o la acomodación (como diría Piaget) y nos introduce en ese hecho y en todas sus derivaciones, transformando de forma consciente y poderosa el conocimiento.
Ante la necesidad de “todos los sentidos” para incrementar y visualizar las oportunidades de aprendizaje, el deseo y la curiosidad de las personas no suele ser suficiente.