La palabra estrategia se incorpora en la actividad cotidiana de nuestras organizaciones, o bien como la orientación y el marco de las acciones que se van a ejecutar para que exista una clara sintonía entre lo definido y lo realizado, o bien como el soporte de referencia y de exigencia que moviliza a la organización para su cumplimiento, en la mayor medida posible. Con toda seguridad, se plantean más enfoques que los apuntados.
Con independencia del sentido otorgado, se le suele dedicar un tiempo y un espacio considerables, en coste o en dedicación o en intensidad. Es importante, no cabe duda. La reflexión o la planificación estratégicas son un momento para una parada en una actividad frenética o para el ordenamiento de determinadas cuestiones o para el encuentro de está nada mal.
Hasta aquí, rutinas interiorizadas en las organizaciones, útiles y oportunas.
Y si la realidad organizativa vive en un entorno BANI (Brittle, Anxious, Non-linear, Incomprehensible), es decir, sobre todo aquello que no se puede planificar, ni prever y sobre lo que sí puedes formular algunas preguntas, sin conocer las respuestas, que pudieran existir o no, y más probablemente este segundo supuesto, sin ni siquiera poder concebir atisbos de respuesta.
¿Qué se hace en este escenario? Siempre existen dos opciones: que vaya viniendo y ya vamos viendo que hacemos o generar dinámicas para “la convivencia” entre el entorno BANI y la realidad empresarial.
Si se opta por esta segunda opción, “siempre nos quedarán las personas y los equipos”.
Y si se concreta un poco, para no caer en las frases manidas y faltas de contenido que se suelen decir al respecto, se puede hablar de pensamiento estratégico. Es decir, cómo se incorpora esta capacidad (competencia o cómo se prefiera denominar) a las personas y a los equipos. Dicho de otra manera, el pensamiento estratégico, en las personas y en los equipos, resulta indispensable para enfrentarse a entornos BANI.
Por definición, la estrategia debe comportarse como una metodología para la acción y el pensamiento estratégico es ese nutriente esencial.
Si se repasan virtudes y cualidades del pensamiento estratégico, se encuentran:
- Se maneja en la complejidad, con un número de variables considerable (no sirven las relaciones causa-efecto), en lo desconocido y en lo incierto. Ignoto, ¡qué bonita palabra!
- Es dinámico, todas esas variables interactúan y su comportamiento depende de las relaciones, de factores internos o externos; y provocan unas consecuencias que requieren interpretaciones de esa complejidad.
- Y si se reinterpreta y se readecúan las respuestas y las acciones sobre las variables, la percepción de esa realidad será permeable, abierta y activa.
- Ello nos conducirá al aprendizaje permanente, al regular la información manejada, al generar alternativas y/o soluciones, al identificar los comportamientos y las consecuencias, al visualizar potenciales oportunidades, etc.
- Para poder ofrecer la mayor aportación de valor en el tiempo, ya que incorpora el medio/largo plazo, enfocándose a soluciones que trascienden el presente. Se convierten en decisiones y acciones con perspectiva temporal.
- Cuando una persona o un equipo posee ese pensamiento estratégico se convierte en una forma natural de encarar las situaciones y, por tanto, un proceso de aprendizaje permanente, con el feedback sobre lo que se decide y se hace que vaya a permitir corregir, modificar, adecuar, etc. las decisiones y las actuaciones enriquecidas con más información, con otros criterios, con resultados (deseados o no), con nuevas implicaciones, etc.
Siempre podría haber alguien que considere que el pensamiento estratégico se debe circunscribir a unas pocas personas, capacitadas para ello y con la autoridad pertinente. El despliegue de un pensamiento estratégico, en las personas y en los equipos, origina aportaciones de valor añadido en la organización. Las personas y los equipos son capaces de hacer lo que se les habilita que puedan hacer, entre otras cuestiones.
El pensamiento estratégico alimenta, fortaleza y construye la estrategia en el día a día. Su desarrollo en las personas y en los equipos se podría trabajar desde una perspectiva metodológica del 70:20:10, que también se vincula al día a día.