Recordaba en una conversación con unas personas cliente la frase esa de “los problemas personales se dejan en la puerta”. Les comentaba que, a pesar de la variedad de empresas con las que he tenido oportunidad de trabajar y mi curiosidad, no había sido capaz aún de identificar una empresa que hubiera instalado casilleros de problemas personales a la entrada, para que las personas, antes de comenzar su jornada laboral, los depositaran en el casillero correspondiente. Exige una buena estructura, porque a la salida de la jornada, sería oportuno poder recogerlos para volver a casa.
Supongo que esta afirmación obedece a una visión de la organización, con un propósito y un sentido, en el que las personas ocupan un lugar secundario, por expresarlo de manera suavizada. No creo que merezca la pena extenderse en una propuesta de estas características.
Afortunadamente, algunas percepciones y creencias varían.
Las personas, y su cuidado, son una responsabilidad de las organizaciones. Las organizaciones ocupan una posición crítica y fundamental en la sociedad, en la economía, en el bienestar, en el progreso, etc. Son un elemento tractor en cada uno de esos ámbitos y de otros. Ahora bien, en qué dirección traccionan, con qué medios y criterios lo movilizan, sobre que valores y principios se apalancan… cada una los elige a su manera.
El cuidado de las personas afecta a diferentes elementos de la organización, por ejemplo, el rendimiento de las personas y de los equipos, a la capacidad de resilencia organizativa, al compromiso y a la vinculación de estas con la organización, etc. Correlaciona con la aportación de valor que cada persona, desde su posición, puede ofrecer a la organización.
El cuidado de las personas se enmarca en las actividades diarias, las relaciones entre responsables y personas del equipo, relaciones entre pares, contenido de trabajo, exigencias y retos, oportunidades, etc. Está relacionado con el reconocimiento y la comprensión, con el deseo de construir algo, porque la palanca se ancla en la posibilidad, de lo que puede llegar a ser posible.
También el cuidado de las personas tiene que ver con la salud mental de las mismas, con el estrés y con la ansiedad que se producen en los escenarios laborales, con las relaciones tóxicas, de líderes y/o compañeros/as, con la dificultad o el desbordamiento originados por las responsabilidades añadidas, por la sobrecarga de actividad y la capacidad de autorregulación, etc. y, por supuesto, todo aquello que acontece en el entorno personal que altera ese bienestar.
El cuidado de las personas genera vínculo, en el corto y en el medio plazo.
Las empresas se han diferenciado, en otros momentos de su historia, por la calidad del producto, por la robustez de los procesos, por la marca, por el servicio prestado y, sobre todo, por no “conformarse” con sus bondades. Alcanzar ese estadio no garantizaba nada más que haber llegado hasta ese punto, pero el camino continúa.
El camino que viene se construye con las personas, con el cuidado de las personas. ¡Vamos a por ello!