¿Qué consideración tenemos hacia las personas que participan en una formación?
Esta formación se organiza en función de unas necesidades, generalistas o específicas. Se decide la idoneidad en función de un perfil competencial o un rol determinado. Se fijan unos objetivos que responden a los contenidos propuestos. Se articula sobre una metodología entretenida y dinámica (quizá este término sea el más utilizado para explicarla).
A nivel evaluativo, se responde al nivel I de Kirkpatrick. Mientras dé bien ese resultado, satisfacción. La escala es un poco como la encuesta de calidad de un concesionario de coches o telefonía, “dame un 10 por favor que si no me penalizan”. Y se toman decisiones a partir de ella.
¿Qué estamos ofreciendo a las personas en este marco? Una persona con autonomía y con responsabilidad, ¿hasta dónde es capaz de llegar? ¿cuál es su nivel de compromiso a partir de contar con estos dos atributos?
Si no hacemos propietarias a las personas de su proceso de aprendizaje, ¿cuál es el reto? ¿cuál el nivel de autoexigencia?
¿Cuál puede ser la predisposición para aprender de una persona en el contexto de formaciones habituales?
Cada una de nosotras podemos ofrecer la respuesta, lo hemos vivido, casi seguro. (Me excuso por tanta pregunta).