Quizá ya no esté en uso el concepto de espacio “ba”, aunque hace unos años era una “denominación imprescindible” de una gestión referente, en cualquier organización que se preciara. Como pasa con muy diversos conceptos organizacionales, caducan con relativa facilidad, porque se ponen de moda y se agotan; si bien esto no significa que hayan perdido su sentido y aplicación. Esto ha ocurrido con los espacios “ba”.
Nonaka nos proponía los espacios “ba” como aquellos que ofrecían la posibilidad de compartir conocimientos, facilitar la socialización, la exteriorización de lo tácito… y otro sinfín de posibilidades.
Cuando se mira en perspectiva el período vacacional, se perciben situaciones anormales (que se repiten): la facilidad que encontramos para compartir con otras personas (desconocidas) conocimientos, experiencias y percepciones, de una manera absolutamente natural. Y todo ello, aderezado con toques de generosidad, en muchos casos.
Así, encontramos oportunidades para compartir en la fila de una oficina de turismo, en el andén de una estación de tren, en la mesa de un café, en el vagón de un metro, en un banco de parque, en la contemplación de un paisaje…
Supongo que estas acciones parecen justificadas por el “qué estamos haciendo” y “cómo lo estamos haciendo”. Pero, en realidad, esos momentos coinciden en un atributo: no nos hemos impuesto ninguna limitación para llevarlos a cabo. Ahí radica su virtud: los espacios “ba”(acciones).