Comprensión y aprendizaje

Oímos y creemos que escuchamos. Vemos y consideramos que tenemos la verdad. Hablamos y lo valoramos como diálogo. Preguntamos algo y nos sirve para suponer que apreciamos a la otra persona. Viajamos y nos sentimos diversos e inclusivos, aunque no hayamos dedicado un minuto a las personas originarias. Participamos en una reunión y pensamos que hemos contribuido al equipo. Expresamos algo y atribuimos que lo ha interiorizado con inmediatez. Leemos un texto y damos por conocidas las ideas o, peor aún, dominadas. Vemos una obra de arte y opinamos con alegría y a veces con rotundidad. Entendemos las palabras y conjeturamos que ya poseemos su contenido e imaginamos su sentido (o su propósito). Juzgamos (o prejuzgamos) un hecho o una persona e interpretamos que no hay ningún error en ello, ni desajuste o desviación.

La comprensión conlleva la habilidad para percibir el significado de algo, la comprensión de ese significado se presenta como un proceso interpretativo, que requiere “elaboración y tratamiento”.

La comprensión aporta valor añadido y en el aprendizaje es un andamio esencial.

Lo que sabemos y lo que ignoramos, lo que necesitamos y lo que nos resulta de utilidad, lo que queremos decir y lo que decimos, lo que nos proponemos y lo que logramos… desde la comprensión, adquiere sentido y proyección.

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