Aprendizaje e conectado

Nuestro modelo de aprendizaje se basa en experiencias (situaciones y realidades), escenarios (oportunidades y espacios), espirales (secuencias incrementales). Sobre estos principios, proponemos los procesos de aprendizaje.

Pero estos principios deben estar conectados con la persona, en todos los niveles posibles. Ésta es (co)responsable de su aprendizaje, como proceso que “se produce en ella”. Por ello, es esencial que las acciones se diseñen y estructuren desde sus conocimientos (saberes, habilidades y experiencias) y desde su potencial permeabilidad.

Este último aspecto, se plantea como visión relevante, ya que antes de comenzar cualquier proceso de aprendizaje, se realiza una entrevista personal para vislumbrar a aquellas personas que se muestran refractarias y a aquellas que se presentan como permeables. Esta “categorización” permite adecuar las acciones y el modo de abordarlas. Y ser conscientes de las posibilidades de desarrollo.

El aprendizaje, o se conecta con la persona (su realidad, sus inquietudes, sus expectativas, su motivación…) o no se va a producir, seas permeable o refractaria. Así, la exigencia de conexión nace de la persona, para la persona; no del contenido, de los juegos u otros sustitutivos del “aprendizaje”.

Cualquier sistema se comporta de manera más fluida y con mejores resultados, en el medio plazo, si se incrementan el número de conexiones. Los procesos de aprendizaje en las organizaciones necesitan incrementar esas conexiones, en las personas, entre las personas.

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