Los aprendizajes que nos vienen, como diría el otro, son ignotos. Pero una cuestión parece clara, el big data (y todas sus derivadas) quieren “hacer científica” toda expresión humana, para ello capturan datos con una descomunal aspiradora (las conexiones inteligentes). Éramos ingenuos creyendo que en las personas había “espacios” no parametrizables.
El poder predecir el futuro (en las personas) se ha convertido en un elemento capital, saber qué van a hacer y de qué manera, como instrumento de gestión. Y toda información resulta de utilidad para llevarlo a cabo.
Ya no vivimos en una atmósfera (de gases), sino en una atmósfera con datos (respirar, en más de una ocasión, se presenta complicado y costoso). Y en esta nueva atmósfera, necesitamos desarrollar con plenitud dos capacidades sencillas y esenciales: síntesis y análisis (o a la inversa), que hasta se podrían utilizar como herramientas de supervivencia.
Y con la paradoja de esta realidad, ambas (la síntesis y el análisis) requieren precisión, rigor, visión, perspectiva, criterio, esfuerzo, transferencia, integración, etc.; todo ello supone la exigencia de un tiempo (de calma y de reflexión) que parece que la velocidad (y abundancia) de los datos no nos quieren proporcionar…
Esto nos ofrece el aprendizaje dendrítico, camuflado de Analytics.