A los que nos gusta más los caminos y los itinerarios que el destino, encontramos en la curiosidad y en las diferencias un gran vehículo y, sobre todo, un gran motor. Encontramos, con frecuencia, ventanas por las que mirar, observar, contemplar y disfrutar y puertas que abrir, cruzar, atravesar, trasgredir.
Y montados ahí, los caminos del aprendizaje, diarios, llenos de posibilidades y de relaciones, son más numerosos que la capacidad plena para disfrutarlos. Suerte de ser limitados. Y creemos que estamos en ese proceso de aprendizaje a lo largo de vida .
Pero como esto debe ser más serio que estas líneas, la propuesta es cómo las organizaciones empresariales e instituciones se apropien del contenido del aprendizaje a lo largo de la vida, lo hagan propio y lo asuman como una responsabilidad más.
Como no sé muy bien en qué podría consistir, propongo generar propuestas de tal manera que las organizaciones interioricen esta responsabilidad en su día a día.
Por otro lado, invito a que seamos un poco aprendices y un poco diletantes, sin temor. Y que sin ser Kerouac ni Machado, comencemos en ello.
¿Cuánto se puede “enriquecer” una organización con personas aprendices, con cierta capacidad de transferencia?
Pero antes, me surgen otras preguntas ¿Hasta dónde puede llegar el aprendizaje “a lo largo de toda la vida” en las organizaciones? ¿En qué se pueden comprometer las organizaciones con respecto a las personas en este “tipo de aprendizaje?