En breve, hablaremos con jóvenes cursando el último año del grado de LADE y de los mensajes clave/fuerza que intentamos transmitir uno de ellos será que las empresas buscan personas que “resuelvan situaciones”, en el sentido más extenso del término.
Y ¿qué significa que las personas “resuelven situaciones? Ante esta pregunta se aúnan varios elementos como son la iniciativa y la autonomía, fundamentalmente, que pueden responder, ya que serán personas que no esperan a que las cosas sucedan o les sobrevengan.
Pero además de lo comentado y sin pretender realizar una lista extensa e inmanejable de “capacidades” oportunas, aparece la competencia de saber interpretar.
¿Para qué es importante el “saber interpretar”? Este saber facilita el análisis, la comprensión de las partes y de los intereses, la posible transferencia a otras situaciones y a otros escenarios, la dimensión y la contextualización de las propuestas, la valoración de las propuestas (a veces la mejor no es la más oportuna), la estrategia a seguir para alcanzar los fines y, sobre todo, adecuar la respuesta/acción a partir de todo lo anterior.
Por eso, cuando uno/a acumula poca experiencia profesional debe desarrollar su capacidad para saber interpretar, y ahí encontrará una de las claves que le permitirán avanzar, desarrollarse y crecer dentro de una organización.
Saber interpretar tiene que ver, también, con ser “listo”, en un sentido coloquial del término y en positivo. Y eso, entre otras cuestiones, supone también entender las reglas de juego de las organizaciones y convertirse en un jugador más, en un “buen jugador”.
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¿Dónde empieza y dónde acaba un proceso de aprendizaje?
Cuando se habla de un curso, pocas personas manifiestan dudas sobre su inicio y su fin. Están delimitados con concreción. Se diseña con unas horas