Relaciones: instrumento de aprendizaje

Se ha acuñado el concepto de ratón de biblioteca, calificativo que se aplica a la persona que representa el estudio profundo y la soledad, gran especialista que dedica horas al estudio. Quizá sea un concepto en desuso en la era del chatgpt.

Si el conocimiento cobra sentido en el ámbito organizacional, esto se debe a su puesta en valor, al tratamiento y al enriquecimiento de las situaciones y de los problemas.

Cuando se trabaja en soledad (si esto fuera posible), el techo del conocimiento es la persona y sus capacidades, como esas “grandes” direcciones que quieren estar en todo, saberlo todo y también, controlarlo todo. ¿Hasta dónde llegan? La respuesta ya está escrita.

Imponen a la organización y al equipo su propio límite personal. Esas personas marcan los topes (con buena voluntad, mala o neutra), como si ninguna otra persona pudiera favorecer su engrandecimiento con otro conocimiento (otras aportaciones, otras sugerencias u otros criterios).

Disponemos de dos modos básicos de aprender: modo activo -experimentación, ejecución, etc.- y el modo receptivo -absorción a partir del intercambio con otras personas-. Fortalezcamos la dedicación a este segundo, facilitando que encuentre momentos y escenarios. 

Nuestro primer gran reto comienza en las direcciones: las relaciones de calidad articulan, nutren y sustentan el aprendizaje de las personas en el equipo.

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