Si preguntáramos ¿es necesario el aprendizaje continuo en las organizaciones? Os imagináis las respuestas… quizá se diera una única respuesta: “por supuesto, fundamental”.
No sé si este argumento sería suficiente para determinar la necesidad del aprendizaje continuo en las organizaciones.
Si personalizáramos la cuestión con ¿para qué necesitamos personas aprendientes en las organizaciones? Quizás nos encontraríamos con un repertorio más variado de respuestas, por ejemplo, para responder al mercado y a los clientes, para incrementar nuestra competitividad, para ganar en capacidad transformadora, para encarar el futuro organizacional hacia escenarios inciertos y desconocidos, etc.
Estas potenciales respuestas nos llevan a una nueva reflexión ¿qué relación existe entre el aprendizaje continuo de las personas y la riqueza (social, económica, cultural, etc.) de la organización y de sus personas?
Y si existe una correlación positiva, ¿cómo liderar (a las personas y al equipo) para el aprendizaje continuo? ¿Sobre qué modelo de relación se apalanca? ¿Cuáles son las prácticas más eficaces? ¿Qué responsabilidad (y autonomía) ofrecemos a las personas en su propio aprendizaje?, por incluir algunos ingredientes esenciales.
Si la necesidad se define como un impulso irresistible, el aprendizaje continuo cobra sentido en organizaciones que visualizan nuevos escenarios (realidades) y/o que pretenden manejarse en la incertidumbre.
¿Consideras que el aprendizaje continuo es necesario? ¿Para qué necesitamos personas aprenndientes en las organizaciones?