Aprendizajes secundarios (I)

Nos preocupamos, aquellos que el trabajo no es una carga soslayable,  por ser buenos profesionales, especialistas, expertos, diferentes, extraordinarios o lo que podamos alcanzar desde nuestra honradez; en definitiva, por actuar con responsabilidad y desde la curiosidad.

Con estos elementos, focalizamos nuestra energía, dedicación y esmero hacia esa finalidad, o finalidades. Nos empecinamos en ello porque consideramos que tiene que ser así. No hay vuelta de hoja. Además, encontramos fácil justificación y sencilla explicación: el mercado y nuestra organización así nos lo requieren y así nos lo exigen.

Con todo ello y no sin esfuerzo, nos transformamos en grandes técnicos, “los mejores en algo”, como nuestra empresa, como nuestro equipo de fútbol o como nuestro hijo o hija, etc. Y esto también parece que lo demanda la sociedad.

Y hasta pudiera haber algo de fundamento en ello, es decir, que “algunos futuros” dependieran de las bondades puestas en valor en un escenario concreto.

Pero este enfoque ¿qué puntos de vista nos hace perder o descuidar? ¿Qué pasa con esos aprendizajes que no están directamente relacionados con nuestra faceta técnica, que no están orientados a “convertirnos en los mejores técnicos”?

A esos, démosles una oportunidad.

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